CANON CD + DISPOSITIVO ANITCOPIA = FRAUDE
Imagínese por un momento, un teléfono móvil que no le permite llamar a determinadas horas, porte nuestro contrato con la compañía es por tramos horarios. O una televisión de emisión en abierto, que sólo le deja ver algunos programas. O un automóvil programado para no funcionar en Cataluña para evitar problemas a su fabricante, que tiene su domicilio en dicho lugar. Partiendo de estos hipotéticos ejemplos de laboratorio, ahora, imagínese que nadie le avisa de la existencia de estas limitaciones antes de comprarlos. ¿cómo deberíamos llamar a esta situación? ¿Fraude? Pues sí, en los países civilizados, se llama fraude.
Eso es exactamente lo que está haciendo, a la chita callando, la industria fonográfica en Europa: limitar sin aviso previo y sin rebaja en el precio la utilidad de los CDs que nos venden con tecnologías supuestamente anticopia que en realidad, impiden su escucha en algunos aparatos como lectores de ordenador o reproductores de coche. En Francia, un Magistrado del Tribunal Correccional francés, ha abierto una investigación por posible fraude. Gran país, Francia. Y los autores, ¿qué opinan de todo esto? Yendo más lejos, ¿qué opina nuestra querida SGAE? ¿acaso no tiene ya bastante con el canon?
Pues éste aventajado magistrado juez francés, opina, que limitar los derechos de tus clientes sin previo aviso ni rebaja en el precio son malas maneras comerciales. Es lógico: una relación comercial, como cualquier otro tipo de relación, se basa en la confianza mutua. Cuando uno de los lados toma decisiones unilaterales que perjudican al otro, la relación se vuelve amarga, incluso se produce un desequilibrio en las prestaciones, porque a una de las partes se la impone a la otra, condiciones que ni siquiera ha podido conocer de antemano para poder forma su voluntad de adquirir o no el producto. Cuando el abuso es egregio, entran en funcionamiento las leyes.
Así que en nuestro vecino país, Francia, acaba de iniciar una investigación sobre los límites unilaterales al uso de sus productos que ha puesto en marcha la industria discográfica en Europa. Una serie de programas cuyo objetivo declarado es impedir que los CDs que nos venden puedan ser utilizados en el lector de un ordenador, con el fin de evitar su copia o su transformación a MP3. No importa que el Reglamento europeo sobre derecho de protección de la Propiedad Intelectual y sus correspondientes Directivas, reconozca el derecho a hacer una copia de uso privado que tiene el comprador de un CD.
Y al parecer tampoco importa que esas supuestas protecciones impidan que esos CDs se escuchen en algunos reproductores convencionales. Ni que la limitación en los derechos de uso no se avisa, ni se ve acompañada de una reducción en el precio. Éste es el tipo de actuación que arruina una relación comercial. Porque cuando a la gente se le toma el pelo, se enfadan. En algunos países hasta denuncian, y hay investigaciones.
Cabe preguntarse en qué están pensando los autores y músicos que todavía defienden a la industria fonográfica. ¿De verdad creen que ésta es la mejor manera de resolver el problema de la piratería? ¿De verdad confían en una industria con éste nivel de inteligencia? ¿De verdad respaldan a compañías investigadas por posible fraude al consumidor? ¿De verdad creen que con un canon a lo CD vírgenes se compensan las posibles pérdidas que pueda provocar la existencia de 4 individuos que se aprovechan de situaciones desesperadas de gente, que hace miles de kilómetros para tener un futuro mejor?
Que la solución pase por los dispositivos anticopia, ya es el colmo de los despropósitos. En España, Rosana, al editar su disco titulado Lunas rotas, fue la pionera en la incorporación en sus CDs de dicho sistema. ¿El resultado? No se tardó por parte del top manta ni un mes en burlar dicho sistema. Lo peor de todo, es que mucha gente reclamó a las tiendas, porque no se podía leer el disco ni en sencillos reproductores de CD, porque el dispositivo impedía su lectura.
Vamos, que ya no solo se conforman con el canon, sino que además, las compañías discográficas están dispuesta a lo que sea, con tal de que compremos sus bazofias a precio de oro, sabiendo que ni siquiera me las puedo copiar para llevármelas en el coche... pues seamos claros, en el discman no llevo ni un solo CD original porque si ya de por sí, comprar un CD ya es un pequeño lujo, si llevo el original y me lo roban, me quedo sin ambos. Y con ciertos discos... eso es algo que no puedo permitírmelo, no por lo que pagué por él, sino por el significado personal que ese disco tiene o que cada uno le damos.
Esta ecuación es, a todas luces, una auténtica tautología. Pues si al cobro del canon, se le añade el dispositivo anticopia, el resultado es una violación flagrante de mis derechos; derechos éstos, que parece que nadie está dispuesto a que sean respetados y no es que se trate de una ley de mi gobierno o de mi parlamento, es una ley que nos hemos dado TODOS LOS EUROPEOS, de aquí hasta en el Peloponesio para que solo cuatro o cinco agarrafarolas o enchufados de turno vivan del cuento y del morro, alegando que protegen a los "autores". ¿y a nosotros, quién nos protege nuestro derecho a tener una copia para poderla llevar en el coche o en el discman, para que no se nos eche a perder esa joya de disco que es irrepetible? ¿el defensor del pueblo?
Eso es exactamente lo que está haciendo, a la chita callando, la industria fonográfica en Europa: limitar sin aviso previo y sin rebaja en el precio la utilidad de los CDs que nos venden con tecnologías supuestamente anticopia que en realidad, impiden su escucha en algunos aparatos como lectores de ordenador o reproductores de coche. En Francia, un Magistrado del Tribunal Correccional francés, ha abierto una investigación por posible fraude. Gran país, Francia. Y los autores, ¿qué opinan de todo esto? Yendo más lejos, ¿qué opina nuestra querida SGAE? ¿acaso no tiene ya bastante con el canon?
Pues éste aventajado magistrado juez francés, opina, que limitar los derechos de tus clientes sin previo aviso ni rebaja en el precio son malas maneras comerciales. Es lógico: una relación comercial, como cualquier otro tipo de relación, se basa en la confianza mutua. Cuando uno de los lados toma decisiones unilaterales que perjudican al otro, la relación se vuelve amarga, incluso se produce un desequilibrio en las prestaciones, porque a una de las partes se la impone a la otra, condiciones que ni siquiera ha podido conocer de antemano para poder forma su voluntad de adquirir o no el producto. Cuando el abuso es egregio, entran en funcionamiento las leyes.
Así que en nuestro vecino país, Francia, acaba de iniciar una investigación sobre los límites unilaterales al uso de sus productos que ha puesto en marcha la industria discográfica en Europa. Una serie de programas cuyo objetivo declarado es impedir que los CDs que nos venden puedan ser utilizados en el lector de un ordenador, con el fin de evitar su copia o su transformación a MP3. No importa que el Reglamento europeo sobre derecho de protección de la Propiedad Intelectual y sus correspondientes Directivas, reconozca el derecho a hacer una copia de uso privado que tiene el comprador de un CD.
Y al parecer tampoco importa que esas supuestas protecciones impidan que esos CDs se escuchen en algunos reproductores convencionales. Ni que la limitación en los derechos de uso no se avisa, ni se ve acompañada de una reducción en el precio. Éste es el tipo de actuación que arruina una relación comercial. Porque cuando a la gente se le toma el pelo, se enfadan. En algunos países hasta denuncian, y hay investigaciones.
Cabe preguntarse en qué están pensando los autores y músicos que todavía defienden a la industria fonográfica. ¿De verdad creen que ésta es la mejor manera de resolver el problema de la piratería? ¿De verdad confían en una industria con éste nivel de inteligencia? ¿De verdad respaldan a compañías investigadas por posible fraude al consumidor? ¿De verdad creen que con un canon a lo CD vírgenes se compensan las posibles pérdidas que pueda provocar la existencia de 4 individuos que se aprovechan de situaciones desesperadas de gente, que hace miles de kilómetros para tener un futuro mejor?
Que la solución pase por los dispositivos anticopia, ya es el colmo de los despropósitos. En España, Rosana, al editar su disco titulado Lunas rotas, fue la pionera en la incorporación en sus CDs de dicho sistema. ¿El resultado? No se tardó por parte del top manta ni un mes en burlar dicho sistema. Lo peor de todo, es que mucha gente reclamó a las tiendas, porque no se podía leer el disco ni en sencillos reproductores de CD, porque el dispositivo impedía su lectura.
Vamos, que ya no solo se conforman con el canon, sino que además, las compañías discográficas están dispuesta a lo que sea, con tal de que compremos sus bazofias a precio de oro, sabiendo que ni siquiera me las puedo copiar para llevármelas en el coche... pues seamos claros, en el discman no llevo ni un solo CD original porque si ya de por sí, comprar un CD ya es un pequeño lujo, si llevo el original y me lo roban, me quedo sin ambos. Y con ciertos discos... eso es algo que no puedo permitírmelo, no por lo que pagué por él, sino por el significado personal que ese disco tiene o que cada uno le damos.
Esta ecuación es, a todas luces, una auténtica tautología. Pues si al cobro del canon, se le añade el dispositivo anticopia, el resultado es una violación flagrante de mis derechos; derechos éstos, que parece que nadie está dispuesto a que sean respetados y no es que se trate de una ley de mi gobierno o de mi parlamento, es una ley que nos hemos dado TODOS LOS EUROPEOS, de aquí hasta en el Peloponesio para que solo cuatro o cinco agarrafarolas o enchufados de turno vivan del cuento y del morro, alegando que protegen a los "autores". ¿y a nosotros, quién nos protege nuestro derecho a tener una copia para poderla llevar en el coche o en el discman, para que no se nos eche a perder esa joya de disco que es irrepetible? ¿el defensor del pueblo?
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CAPITAN CALANDRAKA -